SANTA CRUZ
Caserío jornalero
de las riberas del Salsum.
Oculto mirador.
Grácil otero.
Santa Cruz...
sobrio crucero.
Hoz que trunca los
trigales,
martillo que da las horas
a un sol de finos puñales.
Flor y novia de la
historia,
afligida en sus achares,
suspirando a media legua
entre los viejos sillares
del altozano de Ategua
Paloma de blancas cales,
patria de trigos y olivos,
Lar de la tranquilidad
donde, Eolo, entona
antiguos
cantares del Río del Pan
Ordep Osonier |
Allá donde se abrazan los caminos campiñeses de trigo y olivar, sin apenas darse cuenta el viajero, aparece ante la vista Santa Cruz, escondida en lo más alto de la loma. Viejas historias traen los vientos desde la Colonia Claritas Iulia Ucubi..., desde las ruinas de Ategua en las lomas de Teba la Vieja.. y, en sus mamblas, resuenan en las calidas tardes las legiones de Cesar y Pompeyo. Las mañanas de invierno, truecan la espada por la vara, la sangre por regueros de dorados aceites..... . Mas no fue ninguna, paridora de las blancas cales del mirador del Salsum, tan solo las piedras de la parroquia de la Encarnación delatan despojos de la ciudad pompeyana. Santa Cruz nace de sangre campesina y toma nombre del crucero que antaño existiera en la plaza de Andalucía, allí donde se abren los caminos que, desde el Guadajoz (Río del Pan), se extienden como sierpes por mares de olivo y campos de cereal.... . Dicen que esta gran cruz de piedra ocupaba el lugar desde tiempos inmemoriales, marcando las pautas costumbristas, en los cruces de caminos, de ahuyentar los fantasmas de la peste. La Guerra Civil Española confundió su imagen y dio al traste con sus huesos, conjuntamente con otros bienes, como, el archivo parroquial, el retablo mayor de la Iglesia de la Encarnación, una pila bautismal del siglo XIII y el retablo del Rosario.
Sus orígenes quedan ocultos en el tiempo como su imagen al viajero, pero es sabido que su caserío, unido al núcleo señorial de Guadalcázar, fue concedido por Enrique II a González Fernández de Córdoba, quien, a su vez, lo cambió a Lope Gutiérrez de Córdoba por Montilla en 1375. En 1478, la Reina Isabel I separa de la jurisdicción del señorío de Guadalcázar el lugar que llaman de Santa Cruz. Alfonso de Aguilar (de la Casa de Aguilar - Marquesado de Priego a partir de 1505 -) compra sus tierras a Francisco Benavides, señor de Guadalcázar, el 3 de Noviembre de 1492 por “264 cahíces de pan terciado”. Es en el año de 1846 cuando, la reina Isabel II, agrega el lugar, compuesto por 308 fanegas de tierra, al distrito municipal de Montilla, bajo cuya jurisdicción permanece, lejana y sola..., tierra exenta..., dentro del término municipal de Córdoba. Su raza, jornalera, recia en el trabajo y noble en el espíritu, supo dar vida a la vega que a sus pies se extiende siguiendo los sedimentos trazados por el Salsum, y, sus galgos, fueron famosos por todos los contornos colindantes, e incluso mas allá de sus fueros. “La Galga”, “La Bartola” son nombres que nacieron de su inquietud galguera, fortunios e infortunios que cuenta el viento entre las alturas de los silos del SEMPA. Desde 1932 anida en esta villa la semilla de la segregación y sus gentes buscan la independencia como el agua busca los caminos del mar entre las montañas. El 11 de Septiembre de 1996, Santa Cruz, se emancipa de Montilla, por sinergias nacidas de maridajes abarraganados entre la soledad y el olvido, y decide circunstanciar sus pasos dentro del mar territorial de Córdoba, del que, su caserío, fuere núcleo exento durante tantos años. Y, así consta desde aquel día, no quedando escrito en el ideario villanesco que fuere para bien o para mal, ni que sus pasos debieren caminar juntos hasta que la muerte los separe.
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